Verán, si les digo la verdad me he pasado la mayor parte de mi corta vida anhelando el amor e idealizándolo. Esperando a alguien muy valiente, un príncipe que tuviera el valor y el coraje de salvarme de mí misma.
Hace algo más de un año apareció alguien muy especial.
Pensé que todo iba a ser bonito y no fue así.
Aunque es poco tiempo hemos logrado conocernos tanto que hablamos sin hablar, que discutimos mirándonos y que nos llamamos el uno al otro con el corazón.
Sé que la vida fluye y que nunca paran de ocurrir cosas y que puede que quizás no siempre estemos juntos, pero yo quiero pensar que sí.
Cuando estoy con él todo es más fácil, si algo me pesa él lo sujeta, si algo me duele me calma el dolor, y si siento miedo siempre me enciende la luz.
Lo quiero con todas las fuerzas de mi corazón. Sí, lo quiero con el alma.
Lo quiero cuando se enfada, cuando sonríe y cuando llora. Lo quiero cuando se irrita, cuando me da la mano, cuando se tumba cansado, cierra los ojos y me espera a su lado.
Lo quiero cuando está hiperactivo y cuando no tiene ganas de nada.
Lo quiero a todas horas. Lo quiero sin medida y sin condición.
Y quiero agradecerle que comparta su vida conmigo, porque cada día estoy aprendiendo más con esta relación, y sobre todo, a mejorar como persona.
Quiero que sepáis que si vosotros también anheláis el amor, estad muy atentos. No siempre viste de terciopelo y no siempre va a caballo.